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SU VIDA ES LA ESENCIA DEL TEATRO EN ESPAÑA.
Elegimos el Hotel Ritz para entrevistar a Enrique Cornejo, el hombre que más ha trabajado por el Teatro en España en los últimos 50 años, porque es su rincón preferido en Madrid. Por su labor, y por los muchos años que le llevo tratando, le considero un hombre inteligente, honesto, hedonista, y, sobre todo, trabajador incansable…Cuida las formas hasta en los detalles más sencillos. Comenzamos nuestra charla mientras apura un café con leche, que remueve con una cucharilla de plata (le gusta vivir, rodeado de belleza y exclusividad). Cada una de sus frases es una lección de superación. Pero lo que más impresiona de él es su sinceridad, no elude ningún tema escabroso; también su absoluta dedicación y su mecenazgo. Me enfrento a un empresario al que nunca le han regalado nada, partiendo de cero. Enrique confiesa que su fórmula infalible para el éxito es no descansar ningún dÃa de la semana, y no haber disfrutado jamás de unas vacaciones, y aún asÃ, a sus 70 años, conserva un aspecto alegre y jovial.
-Si usted contara todo lo que ha visto y vivido en estos 50 años de contacto con el teatro, darÃa para varios libros. Pero, en ocasiones, es imprescindible saberse callar. ¿No es asà Enrique? -Ya lo creo, he vivido mucho. He conocido a tantas estrellas,… Yo acompañé al Hilton a Ava Gardner una noche que estábamos con Victoriano Valencia, Luis Miguel DominguÃn,…entre otros, en un Mesón que aún existe, “Los Arcosâ€. Era un ambiente taurino y yo, que era un crÃo, abrÃa unos ojos como platos. Ava, bellÃsima, estaba un poco bebida. De esto hace casi 50 años. Hay mucho que contar, y otras cosas que es mejor callarlas.
-Usted no ha sido bebedor, ni ha consumido drogas, pero sà ha trasnochado. -SÃ, trasnochar en tertulias. Las juergas no me han gustado nunca. Y es cierto que he estado relacionado con mujeres bellÃsimas, sin ser nunca guapo. A mà las mujeres me han tenido que tratar antes de enamorarse de mÃ, porque no he sido nunca un hombre con un fÃsico imponente. Es verdad que he hecho mucho deporte, y que siempre he sido mentalmente muy maduro para mi edad. Me decÃa mi madre que era un joven viejo (risas).
-¿Qué es lo que más le ha marcado en la vida?. -El quedarme a los 17 años huérfano de padre y madre.
-¿Se quedó sin ningún apoyo familiar a esa edad?. -Asà fue. Y luego la vida me marcó sus pautas. Mi padre me habÃa metido el duende del teatro y, al quedarme huérfano, me fui a ParÃs, pero regresé enseguida a España porque no me entusiasmó la ciudad. El problema del idioma, entre otras cosas.
-De Valladolid, su ciudad natal, a ParÃs. Era muy avanzado para la época,. ¿Qué pasó a su regreso?. -Luego me vine a Madrid, como dice el Tenorio, ‘buscando para mis hazañas mayor espacio’. Aquà alquilé una habitación en una pensión de la calle Alcalá, esquina a Goya. La habitación con ducha eran 5 pesetas, y sin ducha, con un lavabo, costaba 3’50. Yo cogà la más barata, sin ventilación. El lavabo tenÃa una toalla que si la ponÃas al trasluz se transparentaba. Eso se me quedó grabado. Me senté en la cama, puse la maleta a mi lado, y me eché a llorar. En ese momento sentà en mà la soledad. A la mañana siguiente me compré el Diario Ya, donde habÃa muchos anuncios por palabras, y empecé a buscar trabajo. Lo encontré en una CompañÃa de Seguros. Desde ese momento no he parado de trabajar.
-¿Se acomodó fácilmente a esta ciudad?. -SÃ, Madrid me acogió con cariño. Enseguida me busqué un gimnasio donde continué practicando boxeo, como ya hacÃa en Valladolid, y seguà con mis estudios de Comercio, que ya habÃa comenzado. Me supe organizar. Estamos hablando de hace 53 años.
-¿Cómo empezó su aventura empresarial en teatro?. -A los 18 años me quedé con una carpa que pertenecÃa a la Federación Nacional de Boxeo, pero el Presidente me dijo que para cedérmela debÃa de ser mayor de edad, y yo no lo era (en aquella época la mayorÃa de edad se adquirÃa a los 21 años). Entonces me busqué un socio, que sà era mayor de edad. Él ponÃa su carné y yo todo lo demás. Ãbamos por las ciudades y pueblos de España llevando de lunes a domingo (no habÃa descanso) catorce o dieciséis funciones. Era una época donde no habÃa televisión, sólo radio, y nos recibÃan con los brazos abiertos.
-¿Ganó mucho dinero con estas representaciones?. -Comparativamente más que ahora. Era una época sin IVAs, ni derechos de autor. ImagÃnese.
-¿Cómo consiguió dar un paso más adelante?. -Fui a ver a Javier Fraga, un empresario importantÃsimo de teatro de aquella época, y le propuse producir una obra, que a él le pareció terriblemente mala. No acepto mi oferta, pero él y su hermano me propusieron ser socio suyo (caprichos del destino). Asà estuvimos once años, hasta que murieron. Guardo un grato recuerdo de estos dos hombres, mis padrinos en teatro. Lo mÃo siempre ha sido una aventura ante la vida.
-¿Siempre le acompañó la buena suerte?. -En el sentido profesional sÃ. Si al trabajo le echas mucho entusiasmo, respeto e interés, no suele fallarte. Pueden ocurrir situaciones como la que vivimos actualmente, de crisis social y económica, pero el trabajo suele ser agradecido, al margen de estas circunstancias tan adversas.
-Reconoce que no tiene libre ningún dÃa de la semana, y que nunca ha disfrutado de unas vacaciones. ¿Cómo puede compaginar este ‘sacerdocio’ con su vida de pareja?. -Las mujeres que me han amado forman parte de ese decorado en el que tú envuelves tu propia existencia. Si yo me he desenvuelto en el mundo del teatro lo lógico es que mis parejas hayan sido actrices, y al pertenecer ellas a esta profesión me comprendÃan. Además mi posición también les proporcionaba a ellas ciertas compensaciones (risas).
-¿Cuántos teatros dirige ahora?. -Ahora tengo el teatro Muñoz Seca y el Reina Victoria en Madrid, el Zorrilla de Valladolid, el Palacio de Congresos de Cartagena con 1.400 localidades, y me voy a incorporar a cuatro espacios más fuera de Madrid.
-¿Cómo se está portando la crisis con usted?. -Hay que plantarle cara haciendo una oferta continuada y masiva. Con lo que pierdo en una obra y gano en otra voy desarrollando mis programas. En estos momentos estoy trabajando más que nunca, pero también con menos rentabilidad. En la mayorÃa de los casos, estamos dando localidades al cincuenta por ciento de su coste.
-¿Qué tal se lleva con la clase polÃtica?. -Yo creo que los polÃticos son altos empleados nuestros, que están obligados a servirnos, cosa que olvidan con frecuencia.
-Y los Banqueros, ¿qué tal se portan con usted?. -Bien, porque tampoco les pido nada descabellado. Aunque el ‘no’ también lo escucho, como tantos empresarios. Pero serÃa injusto si yo dijera que no he recibida ayuda de los Bancos, y mucha.
-La Casa Real le ha concedido La Medalla de Oro a Las Bellas Artes. Tiene premios y reconocimientos. ¿Es usted un triunfador?. -Soy un sorprendido. Hago muchas cosas que ni me doy cuenta de que las hago, porque considero que forman parte de mi trabajo. La vida, a nivel profesional, me ha tratado muy bien.
-A nivel personal es una caracterÃstica suya lo bien que se suele llevar con sus ex parejas. ¿Cómo lo consigue?. -Cuando una persona te ha permitido estar dentro de su vida, y luego te separas por distintos motivos, tienes que valorar lo vivido, y respetar.
-Ahora tiene a su lado a una gran mujer, Mamen DÃaz, trabajadora incansable como usted, a la que le lleva treinta años. ¿Pesa esta diferencia de edad?. -Yo lo llevo muy bien, pero con preocupación, porque no voy a poderle ofrecer el espacio que me gustarÃa darle, por lo que me apresuro a mostrarle dÃa a dÃa que la quiero. Ya tengo 70 años, y cualquier acto, cualquier gesto que yo crea que la puede hacer feliz, estoy dispuesto a hacerlo. Valoro su generosidad y sé que está renunciando a muchas cosas. Jamás he sido egoÃsta con nadie, y menos lo voy a ser con ella. Mamen es un ser excepcional. Soy sincero conmigo mismo y tengo las cosas muy claras. Me considero muy afortunado compartiendo mi vida con ella.
Paloma Sanz.